domingo, 14 de marzo de 2010

Crónica teatro


Veronese cautiva el Lliure


El director argentino Daniel Veronese vuelve al Teatre Lliure de Barcelona para representar una de las obras de Henrik Ibsen. "El desarrollo de la generación venidera" es un retrato muy humano sobre los conflictos del matrimonio y la convivencia. Habla de la vida, con una puesta en escena impactante; un par de sillas y una mesa. Los efectos especiales son piruetas emocionales y la acción corre a cargo de las palabras. Ideal para quienes buscan en un teatro el arte de representar la realidad, el más difícil de los géneros. María Figueras, en el papel de Nora, y Carlos Portaluppi, en el de Carlos, nos presentan una relación de pareja llena de tensión y fragilidad. Durante la obra iremos siendo testigos únicos de secretos, mentiras y verdades a medias. Un homenaje al lado oscuro de la pasión más intensa, que muchas veces supera la fuerza del amor eterno. Porque nada es para siempre y, en lo bueno y en lo malo, todo son matices. En más de una ocasión el público se ve entre dos aguas, entre no saber por cuál navegar o no hacerlo por ninguna. La agilidad del guión y el toque argentino funden tragedia y comedia hasta no poder distinguirlas. Consigue que el espectador no sepa cuando reír, mientras otros rompen a llorar sin saber bien el motivo. Y el final de la obra tampoco soluciona el mareo. Cada cual se irá a su casa con una versión personal, porque la obra es tan viva que no da lugar a generalizaciones. Las interpretaciones principales (María y Carlos) ratifican, una vez más, la brillante categoría de la escuela sudamericana. Más si tenemos en cuenta que se trata de una compañía de teatro semiprofesional. La intensidad de su trabajo hace que no puedan desatarse de sus personajes hasta abandonar el edificio. Después de recibir uno de los aplausos más merecidos que he presenciado.



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