martes, 4 de mayo de 2010

Sant Jordi

La demanda de libros cae mientras la de flores se mantiene

La rosa rosa

Con cada Sant Jordi aumenta la oferta de rosas de nuevos colores

"El rojo es muy típico"


"A mi hija le gusta mucho el azul", me respondió el hombre. No imaginé recibir una respuesta tan sincera. Cuando compramos algo no solemos dar explicaciones. Aunque, en el día de la rosa, todos nos sentimos un poco más cercanos. Será porque Sant Jordi es de todos y cuesta muy poco contagiarse del ambiente. Se respira complicidad. En unas calles donde predomina el rojo. Y donde puedes encontrarte a un padre, llamado Jorge, comprando una rosa azul a su hija. "Rosas rojas recibirá toda la vida", concluyó. A mí me había sorprendido ver tanta diversidad de tonalidades en las paradas, poniendo a prueba esta sagrada festividad. Puedes comprar una rosa, no roja, cualquier día del año ¿Porqué el día de Sant Jordi?, pensé. Vi naranjas, blancas, 'blaugranas', rosas multicolor… Ni la 'diada' ha podido con la comercialización. Y me pregunté si estaríamos perdiendo el respeto a nuestras tradiciones.

Pero el día comenzó antes. En Sant Just Desvern, donde nunca cinco minutos te separarán tanto de Barcelona, los vendedores de rosas se habían vuelto locos. En especial una, joven y coqueta, que tenía la parada más mona de todo el pueblo; vendía rosas rosas. Al principio pasé de largo. Volví después de toparme con aquél padre de la rosa azul. Y movido por la curiosidad, me planté ante ella y le pregunté si, económicamente, salía a cuenta vender aquellas rosas. "El rojo es muy típico, ya me han comprado unas cuantas de color rosa", respondió. Me contó que su hermano pequeño vendía 'blaugranas' y estaba haciendo el doble de caja que ella. Será cierto lo que dice el periodista Jordi Costa: En un año, Guardiola ha unido más a los catalanes que toda esta 'colla' de políticos que han ido pasando. Según el propietario de la floristería SASA, en la Rambla de Sant Just, en los últimos seis años la demanda de rosas no rojas había aumentado un 15%. No entiendo mucho de estadística ni de flores, pero por su expresión aquél parecía un dato sorprendente. La Vanguardia, al día siguiente, informó que la venta de libros había disminuido respecto al año pasado, la de rosas no. El consumismo se mantenía estable, pero ¿no la tradición?.

Quise ir al grano y le pregunté, a la chica, si le parecía estar profanando la leyenda de Sant Jordi. Me miró como quien no entiende un chiste verde. "¿Creus profanar la història de Catalunya per parlar castellà?". Aquella respuesta interrogativa me puso en jaque. A mí y a toda una tesis periodística que ahora sonaba presuntuosa. Ni siquiera contesté. Ambas preguntas eran tan absurdas que se respondían por sí solas. Y pensé en Jorge, en todos los culés, incluso, en la gente que le gusta el rosa. Será que lo bonito de la 'diada' es que hay siete millones de maneras de vivirla. Y si los catalanes estamos personalizando esta festividad, quizás es porque la sentimos más nuestra que nunca. "Seguro que conoces a alguien a quien le haría ilusión recibir una rosa rosa", siguió. Y la verdad es que sí. Y volví a casa pensando que nunca había tenido tanto sentido comprar una. Era Sant Jordi y cumplí con la tradición, ya tenía flor y, la mía, era rosa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario